El ala dura del catolicismo quedó al desnudo por la censura del cura Pato
También reveló el poder de presión que tiene la Iglesia local en el Sur de la provincia. Cómo se comportaron el Arzobispado y el Obispado de esa región frente a lo que terminó en un escándalo.
La censura del cura párroco de Malargüe al grupo Coral Lutherieces sacó de las sombras al poder de presión que tiene la Iglesia en el Sur provincial. El padre Jorge Gómez puso en el centro de la escena mediática del país al ala más radical del catolicismo y recordó la influencia que ésta tiene en la toma de decisiones del departamento más austral de Mendoza.
El incidente registrado el fin de semana pasado durante la Fiesta del Chivo tuvo más sensacionalismo que otros episodios anteriores de censura en la cartelera de espectáculos de Malargüe con injerencia eclesiástica. Y el posterior abordaje mediático del cura Pato del caso fue tan radical que hasta sus jefes en el Obispado de San Rafael le ordenaron públicamente guardar silencio.
Y eso que la línea de esa jurisdicción de la Iglesia tiene históricamente una inclinación ortodoxa que pone incómodos a otros sectores de la religión. El secretario general de la Gobernación, Alejandro Cazabán, es testigo de esta relación entre la cúpula del Obispado de San Rafael con grupos de pensamiento distinto que conviven dentro del catolicismo.
“Es cierto que San Rafael tiene una vida religiosa intensa y que hay sectores de la Iglesia de distintas posturas. Como sanrafaelino siempre estuve vinculado a los franciscanos y conozco sus pesares por tener posiciones más progresistas, más modernas, frente a otros sectores más conservadores”, dijo el funcionario durante una entrevista en radio Nihuil.
Para la postura crítica a la apertura que determinó el Concilio Vaticano II del Obispado sureño, vinculado fuertemente al Verbo Encarnado, encargado de la formación sacerdotal en el Sur, la censura es justa frente a ofensas a la religión. Pero ni desde el extremo más ortodoxo del catolicismo se apoyó el discurso del párroco de Malargüe.
“Es diez mil veces más grave violar las convicciones sacerdotales que a un menor”, dijo el padre que la Diócesis de San Rafael instaló en la parroquia malargüina como máximo representante de la religión en el departamento. “Ejemplificar la supuesta violación a la fe –consideró el vocero del Obispado de San Rafael, José Antonio Álvarez con las violaciones no son cosas comparables, ahí está el error, ofende la sensibilidad, pero de ninguna manera cometió un delito, no avaló la práctica, usó un muy mal ejemplo, deberá pedir disculpas, la autoridad de la Iglesia decidirá si debe hacerlo o no”.
En una entrevista concedida a este medio, el vocero llamó a silencio al párroco de Malargüe al mismo tiempo que lo conminó a pedir disculpas por sus dichos y aclaró que “la Iglesia, a través de Juan Pablo II, ya habló de eso; a los sacerdotes capaces de esos delitos los llamó traidores cuando nadie decía nada y cuando en Europa había un partido político de pederastas, cuando en el mismo mundo se exaltaba esto mismo. La Iglesia lo llama barbaridad y traidores, y lo sanciona de la forma más grave posible”.
Ni la orden pública del Obispado sanrafaelino consiguió una disculpa o arrepentimiento por lo dicho de parte del cura Gómez, quien cumplió a rajatabla la orden de guardar silencio hacia adelante. Incluso cortó un par de comunicaciones con medios porteños cuando no le gustó la orientación de las preguntas.
El diputado radical Humberto Montenegro, quien se define como nacido y criado en Malargüe y se manifiesta católico militante, no sólo cuestionó al párroco. Además, en consonancia con Cazabán, admitió que las posturas ortodoxas de la Diócesis de San Rafael complican la relación con los fieles que tienen posturas más progresistas.
Montenegro aseguró que la Municipalidad de Malargüe “no toma decisiones que tengan que ver con la cultura sin antes consultar a los jerarcas religiosos. En el departamento tienen mucho poder los pastores evangélicos y ahora también el párroco”. El legislador rememoró que en la época en la que el actual gobernador Celso Jaque condujo la comuna malargüina “los pastores evangélicos ganaron terreno en la toma de decisiones de gobierno. En ese tiempo, el padre Ramiro Sáenz, el precursor de Gómez en la parroquia malargüina, se peleaba con Jaque porque le daba menos importancia a la Iglesia Católica que al resto”.
El diputado calificó a la Iglesia del Sur de “más derechosa que la de la capital de la provincia”. Y pidió “que no sometan más los fondos públicos a la satisfacción de posturas religiosas”.
Fuente: Diario Uno (Mendoza)