Cruce de los Andes: Bienvenida
la piratería internacional
Por Ernesto Simón
uno
Parece ser que viene nomás la embajadora de Gran Bretaña, Shan Morgan, para participar del Cruce de los Andes en la que irá también su adherente ideológico, el gobernador de San Juan José Luisa Gioja. La travesía arranca el 8 de febrero. Sería bueno aprovechar la llegada de esta ilustre mujer, para recordarle que su país tiene ocupadas nuestras Islas Malvinas allá en el sur, donde se unen los dos mares. También pedirles explicación sobre el hundimiento del barco de guerra General Belgrano, ya que este fue cañoneado cuando estaba fuera del área de combate.
dos
La funcionaria Shan Morgan, ahora compinche de Gioja, tiene en sus ancestros un parentesco directo con el famoso Pirata Morgan. Alguien que se destacó por su codicia, la cual lo llevó a buscar tesoros y asaltar barcos donde había ORO. Siiiiii, ¿ven como todo cierra?
tres
Sería muy alentador confeccionar una bella bandera para regalarle al gobernador José Luís Gioja. Sobre una tela amplia y firme, se podría escribir la siguiente leyenda: “Las Malvinas son británicas - Falklands are british”. Sguramente el gober las flamearía con secreto orgullo allá arriba. Ya denunciamos en su momento la invasión canadiense en territorio sanjuanino. Pero las autoridades no se han hecho eco de nuestra denuncia y siguen cometiendo el delito de traición a la patria.
cuatro
Escribí este relato que forma parte de un libro que editaré a la brevedad. Dice así:
Un grupo de funcionaros argentinos partieron a cruzar la Cordillera de los Andes, tal como lo hiciera San Martín en el 1817 para liberar a Chile. En pomposo acto, convocaron a la prensa para mostrarse como patriotas emulando al general de antaño. Tras la ceremonia que incluyó himno, discursos y hasta lágrimas, una anciana que presenciaba la partida creyó ver otra cosa: ciudadanos argentinos jugando a la dignidad nacional, dijo en voz baja, como dejando salir su pensamiento en un suspiro lacónico. No sé si la señora les gritó, pero algo se escuchó: engrupidores de la conciencia. Tartufos de la única bandera a la que siempre respetarán: la plata. Ilustrada la veterana, brava. Dio la media vuelta y se fue pensando que es imposible creer en hombres que están entregando el país a multinacionales. No se puede gobernar todo el tiempo así, susurró. Muchos la miraron extrañados y pensaron que era una vieja loca hablando sola por la calle.
Teatro montado en el escenario triste de los días sin retorno. Sainete que los poderosos de turno tienen ensayado hasta el detalle. Usurpadores de la voluntad incauta de los que no quieren sufrir más por la pobreza, ellos enarbolaron la bandera nacional y partieron gloriosos a realizar la proeza. Lejos quedó la intención liberadora de San Martín de la intención subyugante de los que cabalgaban hacia el oeste. Haciendo la parodia del político comprometido con la historia, muchos partieron en busca de un paisaje que les limpie la conciencia y les enjuague la culpa infecta que algún día les carcomerá el tejido humano. La prensa obsecuente les dijo: “buen viaje”.