Aquí no se suicida nadie
por Jorge Wadi Herrera
Hablo de memoria, pero creo recordar que, hace un tiempo, a un ministro de Sanidad chino lo fusilaron por corrupto; y otro japonés, tras ser pillado en infracción, se hizo el harakiri en plan grosero, ahorcándose antes de que la Policía le dijera que estaba servido. Ambos episodios se prestan a comentarios e interpretaciones según el punto de vista de cada cual.
En lo que respecta al chino, hay quien verá el asunto con la indignación del que se opone a la pena de muerte, y hay quien opinará que, puestos a meter en algún sitio doce balas de alguna pistola, las asaduras de un ministro corrupto son lugar adecuado. Yo no voy a pisar ese jardín. Me limitaré a decir que, aunque me parece mal la pena de muerte en términos generales- en casos particulares y personales ya hilo más fino-, el fusilamiento de un ministro de Sanidad corrupto no me quita el sueño, ni en China ni en Guandacol, que me disculpen los usuarios de encendedores bic. Lo que me desvela, poniéndome una mala leche espantosa, es la impunidad que nuestra confortable y humanitaria Argentina brinda a tanto sinvergüenza, sea ministro o sea patovica de algún boliche de moda, y que me perdonen los patovicas por mezclarlos con esa turbia compañía. Eso me lleva a hablarles del otro difunto. Del japonés. Porque imaginen el caso. MIKEDO KONTODO, o como se llame el fulano, se entera de que lo suyo va a hacerse público, y de que las noticias del mediodía contará con pelos y señales cómo se lo llevó crudo con medicamentos truchos en Osaka, se congració con las farmacias y trincó comisiones fraudulentas hasta del dibujante de Heidi, y se gastó la viruta con geishas vestidas de colegialas con medias, que eso allí los pone como yamahas a todos los ponjas. Así que nuestro primo Mikedo, que tuvo un antepasado samurai en Okinawa, otro en Sushima, decide que el deshonor es demasiado para su cuerpo atlético. así que, para rehabilitarse él y su familia ante la sociedad a la que defraudó, se pone el kimono, se calza media botella de vino "maravilla" para que no le tiemble el pulso, y como rajarse las tripas le dá cosa-hasta los japoneses se están amariconando ya-decide ahorcarse en el jardín, entre bonsáis, ante que verse en boca del vulgo.
Y ahora tráiganse la cosa para Argentina. E imaginen, si tienen huevos, a ese ministro de Salud, negociando con leche adulterada, a esa ministra de Economía, enterándose de que va a saberse lo suyo con un dinero medio raro, las prevaricaciones, cohechos y corruptelas diversas, los setecientos viajes en avión oficial para comprar ropa en Londres, o la grabación de sus conversaciones íntimas diciéndole:"Porque sin ser tu marío, ni tu novio, ni tu amante, soy el que más te ha querío. Con eso tengo bastante". Imagínense todo eso, como digo, y al pavo o la pava de turno apesadumbrados por el oprobio, dudando entre soga, veneno o puñal, como en los dramas de Shakespeare. Que dirán, cielo santo, mis compañeros de partido, y mis votantes, y mis hijos, y los hijos de mi hijos. Y mis ancestros. Tierra, tragame. Adiós, mundo cruel. Etcétera.
¿Verdad que no se lo imaginan ustedes ni hartos de morales?. pués yo tampoco, y eso que vivo de echarle imaginación a las cosas. Si un político argentino se entera de que mañana airean su cuenta en algún paraíso fiscal , o las bolsa de basura con billetes de quinientos de su legítima, encoge los hombros, se fuma un pucho y marca el teléfono de un sauna con masajes personales por japonesas. Que venga Ivanka a relajarme, que estoy algo tenso. Entonces vas y le explicas lo del japonés: aquel caballero decidió salvar su honor con esto con lo otro. Gente así ya sabe. ¿No seguiría usted su ejemplo, más que nada para desinfectar el paisaje?. Anímese, hombre. Apenas duele. Honor y demás parafernalia. Entonces el fulano, tapando el teléfono con la mano, pregunta, ¿de qué vas Tomás?, y te recomienda eches un vistazo a los últimos resultados electorales: pese a los procesos que tiene abiertos por corrupción, trata de blancas y manejar sin carné, en su pueblo acaban de reelegirlos por mayoría absoluta. Esto es Argentina boludo, remata. Que sos un boludo. Aquí estamos en familia; todos somos presuntos de algo, así que no pasa nada. Cuervo no come cuervo. En el peor de los casos, un juicio, fotos y titulares de prensa, algo de cárcel, y después a disfrutar. Que son dos días. Entre nosotros, guevón: ese japonés era un poquito pelotudo ¿no?