Cultura turística = cero, o
de los ladrones electrónicos
por Aurora Pérez
Días atrás fui a un cajero automático del banco San Juan, pedí 300 pesos y cuando tenía que sacarlos, estos no salieron como correspondía. Pensando que el aparato había quedado sin dinero, me dirigí a otro y repetí la operación, esta vez no tuve suerte tampoco, ya que si bien el cajero funcionaba correctamente me informaba que ya no tenía dinero en mi cuenta. Ahí caí en la cuenta de que el anterior, había registrado la operación y yo me había quedado en pampa y la vía sin la más mínima explicación de parte del electrónico ladrón. Por más que pregunté y reclamé, el muy ingrato permaneció indiferente y silencioso. Al día siguiente volví con mi reclamo que fue atendido correctamente. El problema es que la acreditación no se hace en el banco local sino desde la central. Así es que tuve que esperar pacientemente algunos días hasta que se solucionó el problema. Largo y tedioso seria contarles todas las vicisitudes que hubo en el medio, pero no les será difícil a ustedes, estimados lectores, imaginar un fin de año escolar, en llanta. No quiero dejar pasar sin embargo la sesión de cocina al espiedo que pasamos todos los que estábamos en la cola del único cajero que funcionaba. Fue uno de esos momentos en que agradecí al altísimo o a quien sea, por el buen estado de mi salud. Estaba ideal para una buena lipotimia, insolación, (como la de Horacio Quiroga) o lo que fuera, aunque cerca de mí había quienes no parecían estar muy bien que digamos. Ancianos, embarazadas, niños hambrientos con sus padres en la cola, etc. De la ley anticolas, como siempre, ni noticias. La gente comentaba que no vendría mal un “techadito e´ caña” o de hojas de palma como “ pa’ aguantar un poco la calor”, decía una muchacha, “lo que pasa es que al banco no le alcanza”, dijo alguien por ahí. Personas que vienen de lejos para hacer sus trámites y no pueden hacerlos a la siesta o por la noche, aprovechan para sacar dinero y no podían “venir mas tarde” como sugirió un empleado del banco, sin tener en cuenta este tipo que casos. Gente que no ha aprendido todavía cómo se maneja y necesita asesoramiento, debe recurrir solo a la solidaridad de quienes están en la cola y para quienes es un compromiso tener que sacar dinero ajeno, porque ante cualquier inconveniente el solidario pasará a ser el objeto de todo tipo de sospechas y reclamos. “tendrían que poner a alguien que ayude a la gente que no sabe o que no ve bien” decía una señora. “Es que para eso tampoco tienen!!!”, agregaba un señor muy molesto que quería pedir el libro de quejas pero con todo el tiempo que había perdido, apenas sacó el dinero se eyectó furioso hacia su auto en que lo esperaba su familia, o lo que de ella quedaba, en medio de un charco. (40º grados a la sombra).
Así, amigos míos, las empresas de nuestro querido Jáchal, esperan al turista. Así tratan a la gente del mismo pueblo.
Ah!! Me olvidaba decir que agoté las instancias de queja correspondientes puesto que llamé al 0800 que me sugirió amablemente el gerente pero ninguna de las 256 veces que llamé contestó nadie. Siempre ocupado. Bueno tal vez no fueron tantas, 255 nomás.
La cosa es que conocí gente de Niquivil, la Pampa, “Villa Mercedes, La Falda, San Isidro y Tamberías, La Quebrada, La Gran China, Pampa Vieja y Bella Vista….” Y es que todo confluye aquí como si las zonas alejadas no existieran. No es imposible mejorar. No hay que esperar que la situación sea insostenible para llegar a una solución. Somos seres civilizados y posiblemente podemos prever cuando un problema puede ponernos en aprietos. Llega el fin de año con sus fiestas, sus gastos y sus reuniones. Es obvio que el turismo irá en aumento en días en que las clases están tocando su fin. Hará falta tener que explicarlo…???