La pobreza aumenta en Argentina
por Mauricio Gauna
El gobierno nacional se jacta de haber bajado notablemente los índices de pobreza en la Argentina. Sin embargo, las estadísticas privadas marcan que la misma no bajó, sino que por el contrario, subió en el último año. Razones de una contradicción que lleva al descrédito de la Argentina como país.
La Argentina de hoy es un país dividido no sólo por las diferencias políticas entre LAS DISTINTAS MAFIAS DE LA BURGUESÍA , sino también por las diferencias sociales que cada día son más marcadas en un país donde los que no tienen nada están totalmente marginados del sistema
En estos momentos vemos como el arco político no toma conciencia de un problema que puede llegar a estallarle en las manos a la dirigencia, más allá de que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), haya dicho que en el primer semestre de este año la pobreza afectaba al 13,9% de las personas y al 9,4% de los hogares, la realidad muestra que estos números poco tienen que ver con lo que pasa en las calles argentinas.
En los últimos días han comenzado a aparecer indicadores privados que muestran discrepancias muy grandes con las estadísticas que suele mostrar periódicamente el Indec, llevando a este tema más nubarrones que certezas.
En 2009, la pobreza aumentó y llegó al 31,2 %, mientras que la indigencia se ubicó en 11,2 %, cinco puntos porcentuales por encima de los niveles registrados en el 2008. Estas son los datos más relevantes que surgen del último informe elaborado por la consultora Ecolatina, que fundó años atrás el mismo kirchnerismo .
En base a estos datos, los economistas de Ecolatina estimaron que en la Argentina hay 12.534.000 de individuos que son pobres, de los cuales 4.507.000 ni siquiera pueden adquirir la Canasta Básica Alimentaria, por lo cual son indigentes y están por debajo de la línea de la pobreza.
Otro de los datos reveladores sale del informe efectuado por la consultora Idesa (Instituto para el Desarrollo Social Argentino), donde se mostraba que en la población hasta 18 años de edad la pobreza ascendía al 41%; en la población entre 19 y 60 años, la incidencia de la pobreza era del 22%; y entre los mayores de 60 años, la pobreza llegaba al 12%.
Además, según un estudio realizado hace un tiempo atrás por el Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), el 37,5% de los chicos y jóvenes menores de 18 años que habitan los centros urbanos de la Argentina -es decir, algo más de 6,29 millones-viven en la pobreza. La estadística marca la realidad de carencias que sufren las familias que, aun tras años de crecimiento de la economía, están hoy al costado del camino.
A eso hay que sumarle que según el Indice de Precios al Consumidor del INDEC, la inflación de 2009 fue del 7,7%, la mitad de la estimada por varias entidades privadas, que la instalaron en un orden que va del 14 al 16 por ciento anual, dejando en claro los más que cuestionables métodos que utiliza el organismo público para efectuar mediciones, muy cuestionados desde que el kirchnerismo metió mano en el mismo y los históricos procedimientos se dejaron de lado, dando paso a una “Morenización” de los mismos.
No se puede a esta altura estar discutiendo sobre la forma de medir la pobreza. Sería interesante que los dirigentes actuaran para poder solucionar este flagelo que azota a buena parte de la población, peor aún en un país que tiene potencialmente todos los elementos para erradicar este mal y que por la ineficacia de la clase dirigente, debe padecer males que en el mundo moderno tendrían que ser dejados de lado.
La ayuda con la que cuentan las áreas y organismos estatales para paliar la pobreza no son pocos, más bien los mecanismos de empleo son decadentes y obsoletos.
A esta altura no se puede estar llenando formularios y más formularios para llevar un poco de comida y un poco de ropa a los más necesitados; ni que hablar de trabajo, las declaraciones juradas que se llenan, provocan que la mayoría de los recursos terminen en el aparato burocrático comandados en su conjunto por personas totalmente alejadas de la problemática de entender que tipo de soluciones se tendrían que aplicar, ya no para solucionar sino para mitigar mínimamente la injusticia mayor que como un águila sobrevuela el cielo del territorio nacional.
Sólo con una fuerte política de Estado que de trabajo digno y solucione los males endémicos profundizados por el kirchnerismo, que lleve a un mejoramiento de las condiciones de vida de los individuos, que procure atender las causas y no que atienda los hechos consumados, la Argentina podrá ser un país en serio como jamas lo fue, y eso solo puede lograrlo una revolución de los trabajadores de abajo hacia arriba.