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La region semanario Jáchal Iglesia |
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Dos pibes y una moto |
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Dos pibes y una moto
por Jorge Wadi Herrera (España)
Es de noche y llueve desde hace un buen rato sobre la ruta que une Zaragoza con Barbastro provincia de Huesca que es el sitio donde yo trabajo, los limpiaparabrisas van y vienen mientras yo manejo con precaución, es sábado por la noche, el trafico de subida hacia los montes Pirineos es intenso, al salir de una curva, los faros míos iluminan dos chicos montados en una moto de pequeñas cilindradas. Van inclinados hacia adelante bajo la lluvia, con los cascos puestos y pegados al lado derecho de la ruta, mientras los coches pasan cerca, salpicándolos con chorros de agua. La moto es pequeña, y al dar la luz alta confirmo que los chicos deben tener diecisiete o dieciocho años y no van equipados para la carretera. Se trata de dos muchachos intentando hacer un trayecto corto, deduzco. Seguramente viven en las cercanías y se dirigen a casa de algún amigo, o alguna hamburguesería tan de moda actualmente. El aguacero les sorprendió subiendo la cuesta, y avanzan lo mejor que pueden, pegado el que va atrás a la espalda del compañero, con la resolución insensata y valerosa de su extrema juventud. Jugándose literalmente la vida a las diez de la noche, a oscuras en una ruta, bajo la lluvia, para llegar a tiempo a la cita con los compañeros de clase, el grupo de amigos-palabra mágica- o el par de chicas que están citados en la hamburguesería o para ir algún cine. Y mientras me dispongo a pasarlos, pongo el guiñe de la izquierda para advertir de su presencia a los coches que vienen detrás de mi, pienso que no me gustaría ser la madre o el padre que vieron salir a esos chicos de casa, oyeron el tubo de escape de la moto alejándose, y ahora escuchan golpear la lluvia en los cristales de sus casas esperándolos.
Sin duda me hago viejo, pienso. Demasiado viejo. Por alguna extraña razón, esos dos muchachos en la moto, inclinados bajo la lluvia, me remueven las tripas. Hace tiempo que dejé atrás mis locuras de joven, pero aún recuerdo lo quede sentirse montado a lomos de una moto que avanza a toda velocidad y trazando curva en la oscuridad, impulsado, como esa pareja de frágiles jinetes nocturnos, por la amistad, el amor, el deseo de aventura, la osadía de la juventud firme, arriesgada, segura. Y es noche de sábado nada menos. El tiempo que hay por delante esta lleno de promesas. No hay lluvia, ni ruta negra, ni turbonadas de agua al paso de coches indiferentes que enfríe el entusiasmo de dos jóvenes de diecipocos años que van a zambullirse expectantes, gozosos hacia lo que les aguarda. En la plena vida. Tal vez mientras la lluvia que les baja por el casco y les empapa las camperas y pantalones, presienten la música que oirán dentro de un rato, oyen la risa leal de los amigos, ven ante si los ojos de las muchachas que esta noche los miraran para confirmarles que el mundo es un lugar maravilloso. Quizá porque van al encuentro de todo eso los dos chicos siguen adelante sin achicarse, con su pequeña moto. Son jóvenes, sufridos, valientes. Y se creen eternos, inmortales.
Mientras paso a su lado, adelantándolos entre ráfagas de agua, los miro de reojo y les deseo suerte. Ojalá, pareja de pendejos lleguen sanos y salvo adonde vayan, y el calor de los amigos les seque la ropa mojada, la piel fría y las manos heladas. Que valga la pena lo que están pasando. Que la hamburguesa esté en su punta y la coca cola lo bastante fría, la chica sonría como esperaban y se deje besar esta noche por fin, o bien los sorprenda y los bese ella. Que puedan volver a casa sobre un asfalto seco y con naftas suficiente para que la moto no los deje tirados, y que los padres que ahora miran angustiados el reloj sientan el inmenso alivio de oír abrirse la puerta de la calle al volver. Que todo eso les pertenezca para siempre, y que esta valerosa determinación de ir en una moto cuesta arriba inclinados bajo la lluvia no los abandone nunca en otras rutas.
Estaba en esos pensamientos cuando termino de pasarlos, pongo el guiñe a la derecha y sigo adelante, mientras queda atrás, en el retrovisor, la luz solitaria de la pequeña moto. Dos chico irresponsables, tontos y valientes, me digo perdiéndolos de vista. Ojalá lleguen a donde van. Ojalá vuelvan todos, ojala también vuelvan mis hijas. |
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Semanario La Región |
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Mirá lo destacado de la jornada!!! |
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Un Aplauso pal Asador !!!
Para las maestras y pequeños del jardin de infantes Allpashulka ( Casita del Sol) de la escuela Antonio Quaranta por la realización del simulacro de Sismo.
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Tomatelas!!!
Para el juez Galvez que frenó la ley de Glaciares oponiendose al principio por excelencia de la Constitución Nacional que es el derecho a la vida y la soberania del pueblo sobre sus recursos.
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O sa güevada!!!
El gobierno defiende "sus" recursos naturales para las multinacionales y no para su pueblo.
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